7.9.16

Hola, hola

La última vez que me metí en este blog no la recuerdo. Tengo a mi derecha una taza con los restos de café que acabo de beber, a mi izquierda mi teléfono móvil pequeñito y viejo, que dispara pensamientos horrendos sobre mí en quienes lo observan, y me tengo en el centro, detrás de mis manos, otra vez intentándolo.
Me bajé un par de programas, ayer acompañé a mi hija con unas canciones, ella tocaba el ukelele, yo la guitarra, hacía meses que casi no nos hablábamos, y ya llevo doce horas de trabajo y este es solo un recreo. Necesito diversión.
Y dinero, claro.
Creo que estos comentarios sobre la falta o la abundancia de trabajo y la falta de dinero son una constante en este blog.
(Abajo, porque aquí hay un abajo, ella canta. No sé si por mí. Igual todo es distinto. El mundo ha cambiado. Mi escritura ha cambiado. Mi vida ha cambiado. Hace un año y pico que no leo un libro entero, hace un año y pico que no escribo. Lo veo todo detrás de la fluorescencia de mi angustia. Quería ser santo, amigos, y soy un horrible pecador, en especial porque no sé defenderme. ((Joder, ahora ella dice que falta papel higiénico. Las mujeres en muchas cosas son predecibles. Inaguantables. Pero necesarias. Ella es una buena chica. Esta vez ella es una buena chica, creo no equivocarme. Está por cocinar. Debo calzarme))).

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